Chile es un país de maravillas naturales, especialmente la zona sur en donde abunda la diversidad de paisajes, y uno de esos destinos más inolvidables es el Parque Nacional Laguna San Rafael en la Región de Aysén. Como dato para los viajeros, varias compañias chilenas llegan a este lugar: La más popular es el Skorpios que sale desde Puerto Montt y que ofrece cruceros por varios días, en mi caso, yo elegí la empresa Catamaranes del Sur, una opción mucho más económica y de sólo un día de duración.
Mi viaje partió desde Puerto Chacabuco a 15 kilómetros de Puerto Aysén y a 82 kilómetros desde Coyhaique (los vuelos llegan directamente a esta ciudad desde Santiago), desde ahí zarpamos muy puntuales en el Catamarán “Chaitén” hacia uno de los más visitados lagos costeros de la región.
Desde un principio nos adentramos por el Fiordo de Aysén, en donde el paisaje se mezcla entre montañas y canales patagónicos rodeados de vegetación y lobos marinos. Mientras avanza el viaje, podemos observar trozos de hielo que viajan a la deriva y que significan una señal de que estamos pronto a llegar a nuestro destino.
El viaje termina con una vista fenomenal al Glaciar San Rafael, con un total de 4 kilómetros de ancho y con más de 18.000 años de antigüedad, lamentablemente en regresión por las consecuencias del calentamiento global.
El paisaje es una mezcla dinámica de colores blancos, celestes y azules que van cambiando de tonalidades según la luz del sol, todo va acompañado de un silencio que se interrumpe abruptamente tras el desmembramiento de hielo y su imponente sonido. Es muy importante complementar la visita arriba de un bote Zodiac para contemplar la pared de hielo de 40 metros de altura.
Una vez de vuelta al catamarán, la travesía terminó con un wisky con hielo milenario por cortesía de la casa, yo personalmente prefiero la cerveza, por lo que pude degustar una (o varias) Austral Lager. Disfrutando de fondo el paisaje de colores fríos.
El regreso a Puerto Chacabuco fue tranquilo, con una vista al atardecer patagónico y disfrutando de las bondades de la comida, bebidas y diversión del “Chaitén”. Sin duda un inolvidable travesía.